Es lógico pensar que al hacer algún tipo de actividad física, ejercicio o deporte se incremente el riesgo de lesión frente a no hacer nada por el mero hecho de exponernos a un estrés mayor [1,2] – aunque a largo plazo, sin duda, es mejor practicarlo que no [3] –, pero sin duda que todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos lesionado de alguna u otra forma, practiquemos actividad física o no lo hagamos.
Muchas lesiones ocurren sobre tejidos blandos (músculos, tendones y ligamentos), ya sean de carácter agudo, por una caída, torcedura o golpe, como por uso excesivo, que ocurren gradualmente con el tiempo.
Precisamente, la recuperación y rehabilitación de los tejidos blandos como ligamentos y tendones es algo que viene preocupando a la comunidad científica desde hace muchos años. Probablemente, muchos habremos escuchado algo sobre algún protocolo de actuación ante lesiones como esguinces o rotura de fibras. Concretamente, lo más normal es haber escuchado algo sobre el protocolo RICE, por sus siglas en inglés de reposo, hielo, compresión y elevación. Sin embargo, este protocolo ya no está vigente y no mucha gente lo sabe.
Pero antes de avanzar, resulta interesante echar la vista atrás y ver en perspectiva como hemos ido avanzando hacia un mayor conocimiento sobre cómo tratar las lesiones. A lo largo de los años se han ido modificando los protocolos y es importante estar actualizados.
Protocolos históricos para afrontar una lesión.
En primer lugar, el protocolo ICE (hielo, compresión y elevación), que se utilizó antes de 1978, fue el primer protocolo conocido por su regla nemotécnica; sin embargo, se desconocía el origen de su uso y se acuñó sin ninguna evidencia científica sólida.
La documentación más temprana de la terapia con hielo como parte del manejo de lesiones agudas se remonta a 1978, cuando el protocolo RICE (reposo, hielo, compresión y elevación) fue propuesto por el Dr. Mirkin en su libro «Medicina deportiva» [4]. Su intención era utilizar el enfriamiento tópico para reducir la respuesta inflamatoria después de una lesión aguda para acelerar la curación de la función vascular. Esta directriz inicial se arraigó profundamente entre profesionales y no profesionales durante casi 20 años; incluso a día de hoy, hay profesionales que aún la utilizan. Lo que menos se sabe es que el mismo Dr. Mirkin se retractó de su posición original sobre el protocolo en el año 2014 (Figura 1).
Años después del RICE, se incluyó la protección y se pasó a denominar PRICE, donde ya teníamos Protección, Descanso, Hielo, Compresión y Elevación.
14 años más tarde, se mejoró el PRICE con el protocolo POLICE donde las letras OL hacen referencia a Optimal Load, o sea, carga óptima en castellano. Es decir, se reemplazó PRICE eliminando el descanso del protocolo e incluyendo carga óptima en lo que podríamos denominar una readaptación a la carga.
Y así nos situamos en 2019, momento en el que apareció el último y más completo acrónimo: PEACE & LOVE [5], traducido al castellano como PAZ y AMOR.
Protocolo actualizado PEACE & LOVE para lesiones.
Cada una de las letras de PEACE & LOVE tienen un significado que es importante conocer (Figura 3).
P (Protección).
La P significa protección. Habrá que descargar el tejido lesionado y/o restringir el movimiento durante 1 a 3 días para minimizar el sangrado interno, prevenir la distensión de las fibras lesionadas y reducir el riesgo de agravar la lesión. El descanso total no se recomienda porque puede comprometer la calidad y la fuerza del tejido que se va a recuperar, así que el dolor que sintamos será el signo más importante para saber qué podemos ir haciendo y qué no.
E (Elevación).
La E de elevación por encima del nivel del corazón servirá para mejorar la circulación sanguínea hacia el tejido lesionado.
A (Avoid, Evitar).
Posteriormente pasaremos a la letra A, de Avoid en inglés, que significa evitar. ¿Evitar el qué? Por mucho que pueda sorprendernos, evitar los antiinflamatorios porque retrasan y podrían empeorar la calidad del tejido que se está recuperando.
Por mucho que pueda sorprendernos, hay que evitar los antiinflamatorios para aliviar el dolor cuando nos lesionamos. Retrasan la recuperación y podrían empeorar la calidad del tejido que se está recuperando.
C (Compresión).
La siguiente letra es la C de compresión. La presión mecánica externa mediante vendaje funcional ayuda a limitar el edema intraarticular y la hemorragia que puede ocurrir en el interior del tejido. Por ejemplo, aplicar un vendaje funcional de compresión después de un esguince de tobillo parece reducir la hinchazón y mejorar la calidad de vida porque facilita la movilidad mientras caminamos.
E (Educación).
La letra E final de PEACE hace referencia a la educación. Cuando nos lesionamos y seguimos un proceso de recuperación, lo recomendable sería acudir a un terapeuta actualizado que, además de decirnos qué hacer, nos intente explicar el por qué y así nos ayude a comprender mejor este proceso.
Por ejemplo, es importante conocer que las modalidades pasivas, como la electroterapia, la terapia manual o la acupuntura aplicadas poco después de la lesión tienen efectos insignificantes sobre el dolor y la función en comparación con un enfoque activo, e incluso pueden ser contraproducentes a largo plazo. Ser realistas y conscientes de nuestra lesión es algo fundamental para la recuperación.
Un enfoque activo con movimiento y ejercicio beneficia a la mayoría de los trastornos musculoesqueléticos. De hecho, el estrés mecánico debe empezar relativamente temprano e ir adaptando la carga a lo que nos permita el dolor. Atrás quedaron hace muchos años las inmovilizaciones prolongadas con escayola (Figura 2).
O (Optimismo).
La siguiente letra es la O de optimismo. Las expectativas optimistas se han asociado con mejores resultados y pronóstico. Sí, aunque no lo creáis, los factores psicológicos pueden explicar más la variación en los síntomas después de un esguince de tobillo que el grado del mismo, así que dejémonos de catastrofismos, depresión y miedo porque representan verdadera barreras para la recuperación.
V (Vascularización).
La V hace referencia a vascularización. El ejercicio aeróbico sin dolor debe iniciarse unos días después de la lesión para impulsar la motivación y también el flujo de sangre a las estructuras lesionadas. Además, se ha demostrado que reduce la necesidad de analgésicos dado que, aunque el ejercicio en sí mismo puede resultar algo molesto, actúa como analgésico en los momentos posteriores al mismo.
E (Ejercicio).
Y, por último, la E final de LOVE es ejercicio. ¿Qué mejor manera de finalizar el protocolo que con ejercicio?
Hay un fuerte nivel de evidencia que apoya que realizar ejercicio ayuda, no solo al tratamiento de la lesión en sí misma, sino también a reducir la posibilidad de que volvamos a tener una igual. El ejercicio ayuda a recuperar los niveles normales de movilidad, fuerza y propiocepción inmediatamente después de la lesión.
Como podemos observar, en este nuevo protocolo finalmente se ha eliminado el hielo. Los resultados de diferentes investigaciones sobre lesiones deportivas han ofrecido resultados muy dispares y, por tanto, no hay nada claro que nos diga que ponernos hielo va a ayudarnos a mejorar más rápido o reducir seguro la inflamación, así que ni se recomienda ni se prohíbe.
Por supuesto, esto no debe malinterpretarse porque tampoco parece que vaya a hacernos daño ponernos hielo si nos hace sentir mejor. Por ejemplo, un protocolo recomendado durante los primeros días de lesión podría ser ponernos hielo en la zona lesionada 3 – 4 veces al día, unos 10 minutos cada vez. Podría ser interesante en lesiones que conllevan una inflamación crónica de bajo grado así como por sus efectos analgésicos, pero es importante controlar las dosis para limitar posibles efectos adversos.
Así que, ahora sí, ya estamos actualizados para actuar ante lesiones, aunque, por supuesto, esperamos y deseamos que no ocurran.
Bibliografía y referencias.
- Van Mechelen, W., Hlobil, H., & Kemper, H. C. (1992). Incidence, severity, aetiology and prevention of sports injuries. Sports medicine, 14(2), 82-99.
- Kalkhoven, J. T., Watsford, M. L., Coutts, A. J., Edwards, W. B., & Impellizzeri, F. M. (2021). Training load and injury: causal pathways and future directions. Sports Medicine, 51(6), 1137-1150.
- Ekegren, C. L., Beck, B., Climie, R. E., Owen, N., Dunstan, D. W., & Gabbe, B. J. (2018). Physical activity and sedentary behavior subsequent to serious orthopedic injury: A systematic review. Archives of physical medicine and rehabilitation, 99(1), 164-177.
- Mirkin, G. (1978). The Sportsmedicine Book. Prairie Striders Library Collection.
- Dubois, B., & Esculier, J. F. (2020). Soft-tissue injuries simply need PEACE and LOVE. British journal of sports medicine, 54(2), 72-73.